Hay días que nada ni nadie los estropea, éste fue uno de ellos. Es cierto que llovió mucho pero allí estábamos todos para conseguir que estos novios pudieran vivir del mejor día de su vida.
Fue una boda preciosa, de esas que dejan sin aliento. Los novios querían celebrar en su casa una boda pensada para amigos y para divertirse, con un toque provenzal pero muy elegante. Decidieron combinar todo tipo de mesas: redondas, rectangulares y una ovalada para los padres y ellos mismos.
Todos los detalles estaban muy cuidados. Una carpa impresionante protegía a los invitados de la lluvia, en los centros de mesas reinaba el verde y el blanco bajo la luz de las velas, la iluminación realzaba cada una de las mesas, y más allá del banquete encontrábamos todo tipo de puestos de bebida y comida bajo arcos preciosos de piedra.
Sin lugar a dudas podemos decir que fue un día inolvidable para todos.