El jardín es un marco perfecto para esta escenografía. Una boda íntima, de estilo provenzal, con mucho colorido y diferente de lo habitual. Se pretendía conseguir un montaje desenfadado combinando sillas, mesas y mantelerías.
La decoración campestre estaba compuesta por mesas rústicas de madera o con manteles de cretona de flores y de tela de saco, zonas de sofás de piel gastada, pufs de lino, y detalles personales en cada rincón.
Y por si todo esto fuera poco, también había zonas para el descanso con mesas hechas con palets, buffets de risotto, kioscos de limonada, barras rústicas para el champagne... todo respiraba un aire de campo de la provenza o una gran reunión familiar en la toscana... ¡y estábamos en el centro de Madrid!