Todo empezó con una bonita ceremonia en el jardín de una casa de ensueño. En el porche se encontraba el altar y las sillas para los invitados se colocaban alrededor de una gigantesca palmera. Era una boda íntima donde sólo acudían los amigos y familiares más cercamos a los novios. Todo respiraba un aire muy fresco, olía a naturaleza y felicidad.
Lo más destacado de la boda era, sin duda, una preciosa carpa beige que quedaba totalmente camuflada con el trigo. Parecía todo creado para ese escenario y cada detalle estaba cuidado con mucho cariño, ¡hasta el baño era monísimo!
Dentro de la carpa todo era de color blanco, beige y morado. Los centros de mesa parecían nidos llenos de rosas de color rosa pastel. El chill out estaba formado por pufs de paja y habían quioscos adornados con caminos de caña. Fue una boda hecha con mucho mucho gusto.