Ullastret, pleno centro ampurdanés. Paisaje maravilloso, relax... De sueño.
Los novios, que se casaban en pleno mes de septiembre, escogieron una carpa tipo jaima de color beige, que hacía conjunto con los manteles de lino de rayas blancas y crudas. Como centros de mesa quisieron dejar latente su pasión por la naturaleza, mezclando peonias con flor silvestre, a la vez que rosas y otro tipo de flores, como la paniculata. Mucho color que le daba a las mesas un toque de campo muy personal.
Además de estar en pleno campo ampurdanés, los novios decidieron que querían transportar una poco de la esencia de la Provenza francesa en un día tan importante. Y lo consiguieron con las sillas de hierro forjado que instalaron en la zona del aperitivo para que la gente se sentara. Los meseros fueron nombres de personajes mitológicos, como las ninfas o los dragones.
El resultado fue una boda cargada de sentimiento, personalidad y muchas emociones.